Expertos y funcionarios invitan a fomentar las infraestructuras resilientes y una recuperación inclusiva en las Américas y el Caribe durante la PR23
El desarrollo de infraestructuras resilientes y la recuperación posdesastre inclusiva dominaron la atención del recinto durante el último día de la VIII Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo de Desastres en las Américas y el Caribe (PR23).
Investigadores y funcionarios de toda la región pusieron de relieve la necesidad de que los planes de recuperación se centren en las personas, den prioridad a la juventud, eviten los formulismos e incluyan los aportes de las comunidades en las que se implementen.
No obstante, María Luisa Hayem Brevé, Ministra de Economía de El Salvador, manifestó ante los participantes de la PR23 que el primer paso en la recuperación debe ser la identificación de las prioridades de inversión y la creación de un “plan de inversión financiera que nos permita satisfacer esas necesidades en el corto plazo y determinar qué inversiones deben realizarse de cara al futuro”.
Los panelistas hicieron hincapié además en la necesidad de reconstruir para incorporar las enseñanzas de desastres anteriores y no simplemente volver al statu quo de antes de que el desastre se produjera.
“Se trata del comprensible impulso humano de volver a la denominada 'normalidad', incluso si ello significa que se repliquen los mismos riesgos, especialmente para las personas más vulnerables”, comentó Monica Schoch-Spana, Investigadora y Científica Principal de la Universidad Johns Hopkins.
Señaló además ante el público de la PR23 que para reconstruir de manera más resiliente es necesario adoptar un enfoque multisectorial y que habrá de incluir una reforma sistémica que sirva para resolver las desigualdades de la sociedad en el acceso a la atención de la salud y las oportunidades económicas.
Por otra parte, advirtió que no sería una tarea fácil y que otros sectores de la sociedad podrían obstaculizarlo. “Son cambios considerables que puede que reciban oposición política y social”, apuntó.
Además de la cuestión de las infraestructuras físicas, la Sra. Schoch-Spana también puso el foco en la necesidad de que la reconstrucción se centre en la forma en que los desastres afectan a las personas.
“La recuperación de traumas a nivel de la población requerirá realizar intervenciones a escala para promover la seguridad, la conexión social y la conmemoración”, afirmó. “La recuperación [también debe] conllevar el fortalecimiento de la resiliencia de la fuerza de trabajo y la reposición de la reserva de profesionales”.
Cynthia Spishak, Administradora Asociada de la Oficina de Análisis de Políticas y Programas de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias de los Estados Unidos de América (FEMA, por sus siglas en inglés), se hizo eco de los planteamientos de la Sra. Schoch-Spana con respecto a la necesidad de que haya equidad en toda recuperación.
Apuntó que la mejor manera de lograr lo anterior es que las entidades de socorro en casos de desastre forjen relaciones sólidas con las comunidades en riesgo antes de que los desastres se produzcan.
“Queremos establecer esas relaciones con las comunidades antes de que ocurra el desastre”, comentó la Sra. Spishak. “Es una tarea que se dificulta todavía más cuando esas relaciones se crean con carácter ad hoc”.
La funcionaria de la FEMA también abordó el tema de la importancia de formular planes de recuperación adaptados con las comunidades y recurrir a los miembros de confianza de estas para ayudar a difundir información y establecer relaciones.
“La recuperación es más eficaz cuando la comunidad identifica los resultados específicos y qué beneficios tendrían unos resultados positivos para ellos”, manifestó la Sra. Spishak.
Añadió que esos planes deben incorporar nuevas tecnologías, haciendo referencia al ejemplo del índice nacional de riesgo de los Estados Unidos, que analiza varios riesgos naturales que podrían afectar a las comunidades. Para implementar con éxito estas soluciones, las comunidades locales y las autoridades del ámbito del riesgo de desastres deben trabajar con el sector privado y el mundo académico.
Un ejemplo destacado a escala regional de cómo diversas partes interesadas pueden colaborar en beneficio de la recuperación posdesastre y la resiliencia surgió en el Caribe, una de las regiones más vulnerables del mundo a una gama de desastres de origen natural, incluidos los huracanes y los terremotos.
“La labor en materia de recuperación que realizamos en el Caribe se fundamenta en gran medida en la evidencia”, expresó Elizabeth Riley, Directora Ejecutiva del Organismo del Caribe para la Gestión de Emergencias en Casos de Desastre (CDEMA).
Los países de la región llevan a cabo auditorías exhaustivas de la gestión de desastres cada tres años, en las que se ha determinado que prácticamente todos los países implicados están sumamente rezagados en los esfuerzos de reconstrucción.
Estas auditorías han dado lugar a una iniciativa regional de los gobiernos nacionales, las comunidades locales y otras partes interesadas para mejorar los esfuerzos de recuperación. Para ello, los países del Caribe fortalecen las capacidades nacionales de recuperación antes de que ocurran los desastres.
“La elaboración del marco nacional de recuperación es, sin duda, un proceso proactivo que requiere prever problemas de recuperación futuros y la capacidad de desarrollo para mejorar los resultados de recuperación antes de que los desastres se produzcan”, comentó la Sra. Riley.
Uno de los elementos de la previsión de la recuperación futura se centra en la preparación y el aprendizaje de las experiencias anteriores. “No desaprovechemos las oportunidades que plantea un desastre”, expresó Stéphanie Durand, Directora General de la Dirección de Planificación y Políticas sobre Gestión de Emergencias del Ministerio de Seguridad Pública del Canadá.
Agregó que las enseñanzas extraídas de los desastres deben aplicarse en las comunidades en riesgo antes que los fenómenos tengan lugar. Por ejemplo, comentó que estas comunidades deberían invertir en capacitaciones y ejercicios continuos en lugar de esperar a que el desastre haya sucedido.
Eddy Frank Vásquez Sánchez, un joven defensor del clima y los océanos de la República Dominicana, añadió que estos esfuerzos deben incluir a las personas jóvenes. Manifestó que los gobiernos y los funcionarios deben ayudar a capacitar a la juventud y facilitarle las herramientas para que participe en dichas medidas de fomento de la resiliencia.
Un grupo separado de panelistas señaló a la atención de los asistentes de la PR23 que los esfuerzos necesarios de recuperación futuros también incluyen desarrollar infraestructuras físicas resilientes que puedan resistir los desastres e infraestructuras de datos que puedan ayudar a ofrecer respuestas en tiempo real.
“Al analizar el panorama de la región, hemos constatado que la gobernanza de la gestión del riesgo sigue siendo en su mayor parte reactiva”, afirmó Paola Albrito, Directora de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). “La inversión en infraestructuras resilientes no está integrada aún en nuestro ADN”.
Los panelistas señalaron que el primer paso para desarrollar infraestructuras resilientes es identificar las áreas que presentan el riesgo más elevado y la probabilidad de que determinados desastres se produzcan en esos lugares, teniendo en cuenta el cambio climático.
Actualmente, los investigadores están elaborando un sistema, el índice mundial de resiliencia de las infraestructuras, para mapear esos riesgos de desastres en los países de la región, lo que les permitirá examinar cuán resilientes son sus infraestructuras esenciales de energía, transporte y vivienda ante los desastres actuales y del futuro.
El eje temático del día pasó a ser un debate sobre el diseño de infraestructuras inclusivas y resilientes a través de soluciones basadas en la naturaleza en la medida de lo posible.
Kevin Douglas, Director del Programa de Desastres y los Servicios de Emergencia de la Cruz Roja de Jamaica, apuntó que estas infraestructuras resilientes deben “centrarse en la comunidad y ser sólidas desde el punto de vista científico”.
Hizo mención del ejemplo de la restauración de los manglares en las costas de las localidades pesqueras de Jamaica como una alternativa sostenible y eficaz en función del costo para lograr que las infraestructuras sean resilientes a los huracanes y las mareas de tempestad.
Por otro lado, los panelistas reconocieron la necesidad de que las soluciones en la región sean escalables, especialmente en áreas urbanas densamente pobladas, que están expuestas a un riesgo desproporcionadamente elevado de sufrir desastres en muchos lugares.
Victoria Salinas, Oficial Superior que ejerce funciones de Administradora Adjunta de la FEMA, comentó que el uso de políticas públicas, reglamentos, buenas prácticas e innovación es fundamental para ampliar las soluciones.
“El desarrollo de infraestructuras resilientes no solo se limita a la propia infraestructura y su capacidad de resistir, adaptarse y recuperarse de las amenazas”, manifestó. “En última instancia, lo importante son las personas”.
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